Llora la noche, una vez más, su llanto de recuerdos...
Todo a mi alrededor, sin tu luz, son sombras,
sombras y nada más que eso...
Sombras que se agigantan lentamente
a medida que pienso en esta soledad y sus raíces;
Sombras que me envuelven, me lastiman;
Sombras que, ignorando lo que para mí fue tu amor,
avanzan creyendose dueñas de tu espacio...
Cierro mis ojos...
Permito que el extraño murmullo de la lluvia en mi balcón
me transporte directamente a sueño tibio, recurrente,
donde tu partida no existe y todo vuelve a brillar...
Tengo frío...
A falta de tu regazo,
mi almohada intenta en vano, casi graciosamente,
tomar la forma de lo que no está...
Finalmente este tedioso cansancio me vence
y me duermo, abrazado a tu recuerdo,
y entonces, la rutina de tu ausencia,
me transporta a un sueño, a un sueño tibio, recurrente,
donde tu partida no existe y todo vuelve a brillar...